martes, 14 de septiembre de 2010

San Benito, un beato muy singular

Fuente: el Universal de México
Autor: Juan José Arreola/Corresponsal
Fecha: 28 de enero de 2002


Lo mismo ayudaba a conseguir novio que a desaparecer a una persona muy odiada. La imagen fue retirada de su nicho por hacer milagros "poco comunes"

Decenas de listones de colores llegaron a rodear la imagen de San Benito de Palermo, como muestra de los múltiples milagros que la feligresía le llegó a pedir. Sin embargo, a diferencia de otros santos, las peticiones que a éste llegaron pasaban de lo común, pues entre ellas había solicitudes para que un ser odiado desapareciera, para no volver a ver una persona odiada o, bien, para que un matrimonio se reconciliara aun después de haber existido un engaño de por medio.

Más allá de que los devotos al santo le solicitaran salud, curación de una herida, regreso del familiar o la obtención de un empleo, a San Benito de Palermo le pedían "milagritos" más complicados y cuestionados como la reconciliación de un matrimonio, evitar que la maldad hiciera presa de los adolescentes y hasta la muerte de una persona odiada.

A unos 10 kilómetros de la ciudad de Querétaro, sobre la carretera libre a Celaya, se encuentra el municipio de Corregidora; ahí, en el santuario dedicado a Nuestra Señora del Pueblito, uno de los nichos era ocupado por la imagen de San Benito de Palermo, un santo negro al que la población le colgaba listones de diversos colores para pedirle milagros poco comunes. La situación llegó a tal dimensión que los frailes responsables del inmueble religioso decidieron retirar la imagen del santo, además de pedirle a la gente que ya no solicitara tales peticiones, pues no era apropiado de esta religión, tal como lo explicó a la feligresía fray Gerardo.

Cuando los fieles cuestionaban a fray Gerardo sobre su benefactor, éste les advertía: "¡Sigan y los voy a correr del templo! ¡Ya lo eché por allá!", les señalaba con el afán de reducir sus deseos de recurrir a la imagen en busca de la concesión de una nueva petición.

Al Santo de los Listones como se le conocía en El Pueblito le llegaron peticiones como la de proteger a las muchachas de 15 años de la maldad de los muchachos. Mas el ritual no solamente incluía pedir este milagro.

A las muchachas que se le encomendaban les ponían un listón rojo de un metro de largo en su pelo, el cual portaban durante tres días y luego se lo colgaban a San Benito. Para que alguien consiguiera novio o novia, no ponían de cabeza a San Antonio de Padua, sino que recurrían al santo de los listones y le colgaban uno rosa para luego rezarle unos rosarios.

Cuando un niño se encontraba enfermo, limpiaban al menor todo su cuerpo con un listón morado y lo colgaban al ya muy cargado santo moreno, según explicó doña Concepción y su esposo, don Joaquín, quienes presumen conocer las diversas manifestaciones de religiosidad de la población de este lugar.

Dedicados ambos al comercio ambulante, explican al reportero que cuando alguien no quería ver más a una persona, medía a la misma con un listón negro mientras dormía e iba a dejar dicha prenda al santo moreno.

El anciano duda en seguir con la explicación de lo que pedía alguien cuando San Benito aparecía con un listón negro en sus puños, pero lo que es real es que "eran muchos los listones que tenía colgados el santo". Empero, el hombre aseguró que, a pesar de estar al tanto de lo insólito de muchas de las peticiones de los fieles, él haya solicitado alguna vez un milagro de tal naturaleza.

Según doña Concepción, cuando a alguien le caía mal una persona "le ponía un listón negro al santito para que se muriera, y dicen que si tenía mucha fe se le cumplía el favor".

Esta manifestación cultural y religiosa tomó tal magnitud que los frailes evaluaron que no era propio de la fe católica, así que optaron por retirar la imagen venerada del santuario y tratar así de que la gente olvide este pasaje.

"Era un santo negro como San Martín de Porres, nada más que más chiquito. Tiene sus manos así levanta las manos y las junta como si orara, y parece que trae un corazón. A fray Gerardo no le gustó eso de los listones y lo quitó de su lugar, ora ahí está vacío", narra la mujer.

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